Abrí los ojos en este pedacito de casa liberada que me toca. Se me ocurre dar gracias a Dios por ciertas pequeñeces; y este Miami que hace tiempo no soporto se me embellece. Abrí la puerta y el aire fresco de la mañana me trae el sonido de la armónica del afilador de tijeras. Por primera vez en años extrañé mi barriecito de La Rosalía. Por primera vez en años me convertí en la niña que desde el pasillo lo veía pasar con una especie de rueca. No sé qué edad tendría... De mi letargo me sacó el viandero con el ruido insoportable de su camión pero con un pregón que me arrancó una sonrisa. Tal vez la próxima vez afile las tijeras o compre viandas; solo para dejarles saber que aprecio del recuerdo que me dejan.
Por suerte la nostalgia no fue mas fuerte que yo. Salí a la calle y entre tanto acento diversificado descubro que no es odio lo que siento y que casi me acostumbro a este bullicio. Esta es la verdadera América. una mezcla que va desde Alaska hasta Argentina. este pedazo de tierra tuyo y mío. Tal vez ni tan lindo ni tan limpio, pero mejor que muchas ciudades que hemos visto.
Me divierto mirando la distinción de las casas revestidas de novedades, y otras... con menos suerte. les digo adiós mientras paso la mano por sus rejas como cuando era niña. te ríes y me besas con incredulidad. Me gusta sentir el bailoteo de mis dedos por las cercas y el sonido de hojas secas bajo mis pies. Mi mamá no soportaba esa manía sin embargo aun despues de veinte años me hace felíz.
Llego a casa cansada... se me ocurre pensar que ya hasta le he tomado cariño a esta ciudad loca.
05/29/05
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